Cuando trabajo se convierte en placer, puede ser, quizás, uno de los mejores regalos de la vida. Este fin de semana, tuve que trasladarme a Sevilla a pasar 24 horas non-stop. Reconozco que desde mi punto de vista más pueblerín (dícese del síndrome asturiano por excelencia) renegaba del sur, de lo andaluz y de un arte desconocido. Reconozco que mi prejuicios me tomaron una mala pasada porque, reconozco que he vuelto totalmente enamorada. [Read more…]