Cuando trabajo se convierte en placer, puede ser, quizás, uno de los mejores regalos de la vida. Este fin de semana, tuve que trasladarme a Sevilla a pasar 24 horas non-stop. Reconozco que desde mi punto de vista más pueblerín (dícese del síndrome asturiano por excelencia) renegaba del sur, de lo andaluz y de un arte desconocido. Reconozco que mi prejuicios me tomaron una mala pasada porque, reconozco que he vuelto totalmente enamorada.
Han sido 24 horas en las que en mi tiempo libre y tras un evento perfecto, Sevilla me ha enseñado ese color especial del que tanto hablan. Un estilo mundano con una fachada castiza, su buena comida y una gente con un encanto ‘que-no-se–pue-aguantá’. Desde la Catedral de Santa María, pasando por la monumental Giralda, la Torre del Oro o el puente de Triana… ¡Y todo lo que me queda por ver! Por todo ello, se que no será un adiós sino un hasta luego. Y próximamente… ¡Recomendaciones gastro!
que bonita!!! la tengo pendiente de nuevo
Que espléndida se ve …
Me siento totalmente identificada!!! La primera vez que pisé Sevilla me enamore y declaré amor eterno, la he visitado en todas las epocas del año y a cada vez más y más bonita!! Y sobre todo la gente, espectacular!! Si quereis saber mas de kefir y sus beneficios, os invito a visitar mi blog, y a quien quiera disfrutar del kefir tambien estoy regalando. Un abrazo!! http://sanosanisimo.blogs.elle.es